
Transitar la emoción nos permite alcanzar nuevos estadios de la conciencia.
Como estudiante de psicología y director de un instituto de idiomas siempre intento unir estas áreas que me apasionan con el fin de llegar, en una suerte de sublimación, al adecuado equilibrio que no alcance por carencia de creatividad un desorden en el universo de lo inentendible para quienes me interpreten, como consecuencia del uso de conceptos de psicología en ámbitos no exclusivamente psicológicos y viceversa.
Si bien es la Entropía la que en fin nos termina por conducir, eventualmente, a órdenes que por cuestiones meramente estadísticas será imposible evitar, a veces es necesario aislar ese conjunto de desordenes avocando nuestras más deseadas coherencias en el fin que nos transite.
La pregunta que me lleva a este análisis es ¿Por qué no se presta atención al tránsito emocional que viven los alumnos en el momento de enseñar un idioma (o cualquier otra cosa)?
Como alumno eterno, y humano en general, asumo que al explorar nuevos ámbitos siempre me choco con un DILEMA ( problema con 2 posibles salidas) la de intentar expresar mi emoción en la jerga del nuevo ámbito o no hacerlo para no quedar como un ignorante o por miedo a ser malinterpretado.
Por supuesto que esto es algo no solo que nos atraviesa a todos, sino que es necesario que pase, desde una perspectiva evolutiva. Para alcanzar un nuevo equilibrio ordenador que incluya las nuevas estructuras, es necesario un desequilibrio. Esta es la polaridad entendible en el andar de cualquier elemento pensante.
Sin embargo, y como mencionaba antes, entendiendo esto como un desorden que eventualmente encontrará su equilibrio dadas las constantes estadísticas que atraviesan dicha entropía (entiéndase como el desorden que constituye el orden hegemónico) son, en el ámbito educativo, los facilitadores (llamados Docentes) quienes deben ser capaces de identificar y guiar en esta búsqueda del equilibrio tras la incorporación de nuevos elementos de contenido y habilidades académicas. Sería de una total falta de ética profesional el encuadre de los alumnos por parte de los docentes, en etiquetas del orden de lo comúnmente establecido y no atender sus subjetividades previo a herramientas estigmatizante tales como los exámenes (que definen los en un espectro del 1 al 10).
En fin, dada esta encerrona trágica en el universo del mundo académico, por estandarizar los procesos, es plausible de ser tomada en cuenta una salida que proviene del ámbito de la psicología. Trabajar las emociones, para que éstas no sean cómplices del sistema, sino más bien que sean una aliada que permitan al alumno transitar el desequilibrio como una instancia de verdadero aprendizaje y dejar de lado la sensación (sumamente válida y entendible) de desamparo que genera la estandarización.
Evitando así, el bloqueo emocional por parte de los alumnos y potenciando su cuidado desenvolvimiento en pos de un desarrollo individual.